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martes, 16 de diciembre de 2008

Los vigilantes de la pasta

No me sorprende la sorpresa de los sorprendidos por la "sorprendente" crisis financiera. El jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) está sorprendido. Dice que lo "sorprendente" (y dale) no es que haya ladrones en el sistema financiero mundial, sino que la policía no estaba.

Vamos, a otro con esas, amigo. Todos sabemos dónde está la poli en la pelis de Chicago: repartiéndoselo con los atracadores, me juego un paquete de Pall Mall. Por mucho que oigamos lo sorprendente que es todo, la verdad es que a la mayoría de los ciudadanos de bien no nos sorprende nada de esto lo más mínimo. Nos causa cabreo, pero sorpresa, ninguna. Creo que ahí está la diferencia, la navaja gordiana que en vez de unirnos, nos separa de los "elegidos sorprendidos". Si quieres saber qué lugar ocupo en esta crisis pregúntame qué estoy más: sorprendido o cabreado. Los sorprendidos son de los malos. Hay que llamar a la poli deprisa, pero yo no daría un sucio penique por tí, amigo.

Puestos a buscar gente cabreada, la encontramos por doquier en las calles, por ejemplo, en Atenas. Por eso una potente artillería mediática, política y policial internacional está estos días bombardeando sin piedad las humildes posiciones de una buena pandilla de "sanguinarios" seiscientoseuristas griegos. He llegado a leer sesudos artículos de fondo de prestigiosos analistas universitarios españoles declarando "especie a extinguir" a estos supervivientes natos. Lo llevan crudo. Estos jóvenes griegos que viven en comunas no por elección, sino porque sólo pueden salir adelante compartiendo piso con otros cuatro, no están en absoluto sorprendidos. Están únicamente cabreados porque no aceptan llevar una vida de supervivencia cuando todo el sistema financiero internacional, la esfera que engloba todos los procesos ecomómicos del mundo, consiste en una banda de alcapones y polis corruptos. Me apuesto uno de los grandes a que no llega Elliott Ness.

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